jueves, 23 de octubre de 2008

MERCANTILISMO

Cuadro de Le Lorrain que representa un puerto de mar francés de 1638, en el momento cumbre del mercantilismo.

Se puede entender al mercantilismo como un conjunto de políticas o ideas económicas que se desarrollaron durante los siglos XVI, XVII y la primera mitad del XVIII en Europa. Se caracterizó por una fuerte injerencia del Estado en la economía. Consistió en una serie de medidas tendientes a unificar el mercado interno y tuvo como finalidad la formación de Estados nación lo más fuertes posibles.

Introducción

El mercantilismo es un conjunto de ideas económicas que considera que la prosperidad de una nación o estado depende del capital que pueda tener, y que el volumen global de comercio mundial es inalterable. El capital, que está representado por los metales preciosos que el estado tiene en su poder, se incrementa sobre todo mediante una balanza comercial positiva con otras naciones (o, lo que es lo mismo, que las exportaciones sean superiores a las importaciones). El mercantilismo sugiere que el gobierno dirigente de una nación debería buscar la consecución de esos objetivos mediante una política proteccionista sobre su economía, favoreciendo la exportación y desfavoreciendo la importación, sobre todo mediante la imposición de aranceles. La política económica basada en estas ideas a veces recibe el nombre de sistema mercantilista.

Los pensadores mercantilistas preconizan el desarrollo económico por medio del enriquecimiento de las naciones gracias al comercio exterior, lo que permite encontrar salida a los excedentes de la producción. El Estado adquiere un papel primordial en el desarrollo de la riqueza nacional, al adoptar políticas proteccionistas, y en particular estableciendo barreras arancelarias y medidas de apoyo a la exportación.

Jakob Fugger "el rico", pintado por Alberto Durero (1519), justo cuando estaba realizando el "negocio del siglo": el préstamo a Carlos I de España que le permitió convertirse en Carlos V de Alemania, al financiar los cuantiosos sobornos de su elección imperial. Los impuestos con los que se pensaba devolver el crédito provocaron la Guerra de las Comunidades en Castilla. Poco antes, las maniobras teológico-financieras del papado provocaron, también en Alemania, la Reforma luterana. Resulta comprensible que en la época se entendiese a la economía como algo explicable desde un punto de vista secular, no únicamente religioso, un juego de suma cero, en que sólo se gana lo que otro pierde, y estrechamente vinculado al poder político.

El mercantilismo como tal no es una corriente de pensamiento. Marca el final de la preeminencia de la ideología económica del cristianismo (la crematística), inspirada en Aristóteles y Platón, que rechazaba la acumulación de riquezas y los préstamos con interés (vinculados al pecado de usura). Esta nueva corriente económica surge en una época en la que los reyes desean poseer el máximo de oro posible. Las teorías mercantilistas buscan ese objetivo y desarrollan una problemática basada en el enriquecimiento. Esta corriente se basa en un sistema de análisis de los flujos económicos muy simplificado en el que, por ejemplo, no se tiene en cuenta el papel que desempeña el sistema social.

Fue la teoría predominante a lo largo de toda la Edad Moderna (desde el siglo XVI hasta el XVIII), época que aproximadamente indica el surgimiento de la idea del Estado Nación y la formación económico social conocida como Antiguo Régimen en Europa Occidental. En el ámbito nacional, el mercantilismo llevó a los primeros casos de intervención y significativo control gubernativo sobre la economía, y fue en este periodo en el que se fue estableciendo gran parte del sistema capitalista moderno. Internacionalmente, el mercantilismo sirvió indirectamente para impulsar muchas de las guerras europeas del periodo, y sirvió como causa y fundamento del imperialismo europeo, dado que las grandes potencias de Europa luchaban por el control de los mercados disponibles en el mundo.

Como agente unificador tendente a la creación de un estado nacional soberano, el mercantilismo se tuvo en contra dos fuerzas: Una, más espiritual-jurídica que política-económica, fueron los poderes universales: la Iglesia y el Imperio, la otra, de carácter predominantemente económico fue el particularismo local, con la dificultad que produce a las comunicaciones y la pervivencia de la economía natural (en determinadas zonas los ingresos del estado eran en especie y no en dinero); mientras que la pretensión mercantilista es que el mercado cerrado sea sustituido por el mercado nacional y las mercancías como medida de valor y medio de cambio sean remplazadas por el oro. El mercantilismo ve la intervención del estado como el medio más eficaz para el desarrollo económico.

Otra tendencia del mercantilismo era robustecer hacia el exterior el poder del Estado, subordinando la actividad económica hacia ese objetivo, e interesándose por la riqueza en cuanto sirva de base para ella. El liberalismo considerará a la riqueza como preciosa para el individuo, y por ende, digna de ser alcanzada como fin en si misma: si el particular no debe pensar más que enriquecerse, es un hecho puramente natural e involuntario que la riqueza de los ciudadanos contribuya a aumentar la riqueza del estado. En cambio, para los mercantilistas, la riqueza privada es simplemente un medio, y como tal se subordina al estado y a sus fines de dominio.
A lo largo de este periodo durante el cual las hipótesis evolucionaron, aparece una literatura compleja, que da idea de que existe una corriente vagamente unificada. En el
Siglo XIX, se extenderá por la mayoría de las naciones europeas, adaptándose a las características nacionales. Entre las escuelas mercantilistas se distingue: el bullionismo (o "mercantilismo español") que propugna la acumulación de metales preciosos; el colbertismo (o "mercantilismo francés") que por su parte se inclina hacia la industrialización; y el comercialismo (o "mercantilismo británico") que ve en el comercio exterior la fuente de la riqueza de un país.

A partir de esa época, las cuestiones económicas dejan de pertenecer a los teólogos. La Edad Moderna marca un giro con la progresiva autonomía de la economía frente a la moral y la religión así como frente a la política. Esta enorme ruptura se realizará por medio de consejeros de los gobernantes y por los comerciantes.[1] Esta nueva disciplina llegará a ser una verdadera ciencia económica con la fisiocracia. Entre los muchos autores mercantilistas, hay que destacar a Martín de Azpilicueta (1492-1586), Tomás de Mercado (1525-1575), Jean Bodin (15301596), Antoine de Montchrétien (15761621), o William Petty (16231687).

La confianza en el mercantilismo comenzó a decaer a finales del siglo XVIII, momento en el que las teorías de Adam Smith y de otros economistas clásicos fueron ganando favor en el Imperio Británico, y en menor grado en el resto de Europa (con la excepción de Alemania, en donde la Escuela Histórica de Economía fue la más importante durante todo el siglo XIX y comienzos del XX). Adam Smith, que lo critica con dureza en su obra titulada Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (conocida comúnmente como La riqueza de las naciones), califica el mercantilismo como una "economía al servicio del Príncipe".

Curiosamente, y si bien había sido una antigua colonia británica, los Estados Unidos de América no se adhirieron a la economía clásica, sino al régimen económico que fue llamado "sistema americano" (una forma de neo-mercantilismo) a través de las políticas de Alexander Hamilton, Henry Clay, Abraham Lincoln y por lo que más tarde serían las prácticas económicas del Partido Republicano, que a su vez se reflejaron en las políticas de los historicistas alemanes y economistas como Friedrich List. Esto duró hasta el surgimiento del New Deal tras la crisis de 1929.

Hoy en día la teoría del mercantilismo es rechazada por la mayoría de los economistas, si bien algunos de sus elementos en ocasiones son vistos de forma positiva por algunos, entre los cuales cabe citar a Ravi Batra, Pat Choate, Eammon Fingleton, o Michael Lind.

Interpretación histórica del mercantilismo

En efecto, no se puede hablar de una escuela mercantilista, pues, para poder hablar de una
escuela deben existir una serie de características que englobe este termino. Una de ellas es la presencia de un maestro que cree un pensamiento el cual sea seguido por los miembros de la escuela, además de homogeneidad en el pensamiento. Así, por ejemplo, podemos hablar de la Escuela Clásica con Adam Smith como epicentro del pensamiento, es decir , como maestro, y la afinidad entre los distintos autores de la misma. Sin embargo, en lo que se refiere al pensamiento llamado mercantilista no encontramos ninguno de los atributos necesarios para identificarlo con una escuela de pensamiento.

El mercantilismo ha tenido diversas interpretaciones a lo largo del tiempo. Desde Adam Smith hasta la actualidad se suceden explicaciones de lo que han sido y han significado todos estos autores llamados mercantilistas. John Maynard Keynes, Gustav Schmoller, William Cunningham y el ya mencionado Adam Smith, entre muchos otros, han aportado su perspectiva del mercantilismo. Señalaremos particularmente a Eli Heckscher que, influido por los tres últimos autores mencionados, aúna las interpretaciones de éstos para luego añadir la suya. Habla del mercantilismo desde el punto de vista de su política proteccionista y sus actitudes monetarias (como ya refiere Smith), como una doctrina en la construcción del estado (recogido de Schmoller), como un sistema de poder (propugnado por Cunningham) y añade su tesis a estas cuatro: describe el mercantilismo como una concepción social que rompió con los moldes tanto morales como religiosos que determinaban el comportamiento de los agentes económicos.

A partir de los años cuarenta se disgrega las interpretaciones, desde una perspectiva general, en cuatro direcciones diferentes. Por una parte, historiadores que hablan de un período preanalítico del pensamiento económico.Por otra parte, los que argumentan la anticipación de la doctrina clásica en muchos aspectos( mecanismos de los precios, etc.) Un tercer grupo de historiadores hacen hincapié en la política, ya no exterior y proteccionista, sino en la local y nacional. Por último, y como aportación argumentativa a la afirmación de la inexistencia de una escuela mercantilista, un cuarto grupo de historiadores aboga que el mercantilismo es una invención de los investigadores, pues, no hay homogeneidad ni coherencia en su doctrina sino disparidad en los asuntos tratados según que países, y que, por tanto, el debate que gradualmente se centra en una visión homogénea es erróneo.

Haciendo referencia aquellos autores que creen que el mercantilismo es la anticipación a la doctrina clásica, podemos destacar a Cántinllon. Este autor, que se percibe entre el pensamiento mercantilista y clásico, perfecciona el concepto de balanza de comercio en términos de trabajo. Desde esta óptica se tiene en cuenta el aumento del empleo como término positivo en las ganancias de la balanza comercial. Así, pues, Cántinllon, aboga por medidas para la estabilidad de los precios e impedir su subida( por la acumulación del dinero)y en consecuencia la pervivencia de un nivel alto de empleo

La época mercantilista

El concepto de mercantilismo se define a partir de los grandes descubrimientos geográficos, consecuencia de la apertura de las rutas comerciales marítimas por los portugueses entre el siglo XV y 1500 (fecha del descubrimiento de Brasil) y la consolidada corriente inagotable del metal precioso (oro y plata principalmente) llevado desde los territorios nuevos a Europa, en particular después del establecimiento de los virreinatos de Nueva España y de Perú, por los castellanos.
Los
españoles del siglo XVII, llegaron a considerar al mercantilismo como el sentido mismo de la riqueza mediante la teoría del enriquecimiento de las naciones a través de la acumulación de metal precioso. El oro y la plata constituyen el objetivo del comerciante y por lo tanto se pueden considerar como el impulso al intercambio de mercancías. El oro y la plata por sí mismos no generaron los acontecimientos económicos de la época, sino que conjuntamente con otras causas fueron moldeando la economía europea de esos tiempos. Algunas de estas causas fueron: los grandes descubrimientos geográficos, el Renacimiento, la Reforma religiosa, la aparición del estado moderno y el régimen colonial, o sea la primera globalización o el "primer sistema-mundo", según la expresión de Fernand Braudel.

Íntimamente conectado a la emergencia del Estado-nación moderno y basado en la existencia del binomio "metrópoli – colonias", el mercantilismo asumió formas nacionales, de las cuales pueden citarse, en orden cronológico: Portugal, España, Inglaterra, Holanda, Francia, Dinamarca y Suecia durante los siglos XVI, XVII y XVIII. En esta época, el mercantilismo evoluciona de tal manera que genera un estudio apropiado y se traduce como una actividad económica, a tal grado que se habla de políticas económicas y normas económicas. Al mercantilismo se le empieza a conocer con otras denominaciones, las mismas que dan sentido a su concepto, estas son: sistema mercantil, sistema restrictivo, sistema comercial, Colbertismo en Francia y Cameralismo en Alemania.
Derivado de la expansión militar europea y del incipiente desarrollo manufacturero, como complemento de la producción clásica de la agricultura, el mercantilismo incrementó notablemente el
comercio internacional. Los mercantilistas fueron los primeros en identificar la importancia monetaria y política de éste.

El mercantilismo se desarrolló en una época en la que la economía europea estaba en transición del feudalismo al capitalismo. Las monarquías feudales medievales estaban siendo reemplazados por las nuevas naciones estado centralizadas, en forma de monarquías absolutas o (en Inglaterra y Holanda) parlamentarias. Los cambios tecnológicos en la navegación y el crecimiento de los núcleos urbanos también contribuyeron decisivamente al rápido incremento del comercio internacional. El mercantilismo se enfocaba en cómo este comercio podía ayudar mejor a los
estados.

Otro cambio importante fue la introducción de la contabilidad moderna y las técnicas de doble entrada. La nueva contabilidad permitía llevar un claro seguimiento del comercio, contribuyendo a la posibilidad de fiscalizar la balanza de comercio. Y por supuesto, tampoco se puede ignorar el impacto que supuso el descubrimiento de América. Los nuevos mercados y minas descubiertas impulsaron el comercio exterior hasta cifras que hasta entonces no se podían ni concebir. Esto último llevo a un gran incremento de los precios y a un incremento en la propia actividad comercial.[18] Curiosamente, la relación entre la llegada de metales preciosos americanos y la inflación europea del siglo XVI (un fenómeno a una escala hasta entonces desconocida) no fue plenamente establecido hasta las investigaciones de Earl J. Hamilton en una fecha tan tardía como 1934 (El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650).

Antes del mercantilismo, los estudios económicos más importantes que se habían realizado en Europa fueron las teorías de la Escolástica medieval. El objetivo de estos pensadores era encontrar un sistema económico que fuese compatible con las doctrinas cristianas acerca de la piedad y la justicia. Se enfocaban principalmente en las cuestiones microeconómicas y a los intercambios locales entre individuos. El mercantilismo, por su parte, estaba alineado con las otras teorías e ideas que estaban reemplazando el punto de vista medieval.

En esta época se fueron adoptando también las teorías de la Realpolitik impulsadas por Nicolás Maquiavelo y la primacía del interés nacional en las relaciones internacionales. La idea mercantilista de que el comercio era una suma cero en las que las partes hacían lo posible para ganar al otro en una dura competencia, se integraba dentro de las teorías filosóficas de Thomas Hobbes. Los juegos de suma cero como el dilema del prisionero pueden ser consistentes con un punto de vista mercantilista. En el mencionado dilema los jugadores son premiados por traicionar a sus compañeros/oponentes, aunque todo el mundo estaría mejor si todos cooperasen.
Ese punto de vista pesimista sobre la naturaleza humana también encaja con la
mentalidad del puritanismo en su concepción del mundo, que inspiró parte de la legislación mercantilista más dura, como las Actas de Navegación (Navigation Acts) introducidas por el gobierno de Oliver Cromwell.

Las ideas mercantilistas

El pensamiento mercantilista se puede sintetizar a través de las nueve reglas de Von Hornick:
Que cada pulgada del suelo de un país se utilice para la agricultura, la minería o las manufacturas.
Que todas las primeras materias que se encuentren en un país se utilicen en las manufacturas nacionales, porque los bienes acabados tienen un valor mayor que las materias primas

Que se fomente una población grande y trabajadora.

Que se prohíban todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantenga en circulación.

Que se obstaculicen tanto cuanto sea posible todas las importaciones de bienes extranjeros

Que donde sean indispensables determinadas importaciones deban obtenerse de primera mano, a cambio de otros bienes nacionales, y no de oro y plata.

Que en la medida que sea posible las importaciones se limiten a las primeras materias que puedan acabarse en el país.

Que se busquen constantemente las oportunidades para vender el excedente de manufacturas de un país a los extranjeros, en la medida necesaria, a cambio de oro y plata.

Que no se permita ninguna importación si los bienes que se importan existen de modo suficiente y adecuado en el país.

Sin embargo, la política económica interna que defiende el mercantilismo estaba todavía más fragmentada que la internacional. Mientras que Adam Smith presentaba un mercantilismo que apoyaba el control estricto de la economía, muchos mercantilistas no se identificaban con tales ideas. Durante los comienzos de la era moderna estaba a la orden del día el uso de las patentes reales y la imposición gubernamental de monopolios. Algunos mercantilistas los apoyaban, pero otros veían la corrupción e ineficiencia de esos sistemas.

Uno de los elementos en los que los mercantilistas estaban de acuerdo era la opresión económica de los trabajadores. Los asalariados y los granjeros debían vivir en los "márgenes de subsistencia". El objetivo era maximizar la producción, sin ningún tipo de atención sobre el consumo. El hecho de que las clases más bajas tuvieran más dinero, tiempo libre, o educación se veía como un problema que degeneraría en pocas ganas de trabajar, dañando la economía del país.

Por otra parte, los estudiosos no se ponen de acuerdo en el motivo por el cual el mercantilismo fue la ideología o teoría económica dominante durante dos siglos y medio. Un grupo, representado por Jacob Viner, argumenta que el mercantilismo fue simplemente un sistema muy directo y que contaba con bastante sentido común. Sin embargo, se sustentaba sobre una serie de falacias lógicas que no podían ser descubiertas por la gente de la época, dado que no tenían las herramientas analíticas necesarias. Otra escuela, apoyada por economistas como Robert B. Ekelund, entiende que el mercantilismo no era un error, sino el mejor sistema posible para aquellos que lo desarrollaron. Esta escuela argumenta que las políticas mercantilistas fueron desarrolladas y puestas en práctica por comerciantes y gobiernos, cuyo objetivo era incrementar al máximo los beneficios empresariales. Los empresarios se beneficiaban enormemente, y sin que ello les supusiera un esfuerzo, por la imposición de monopolios, las prohibiciones a las importaciones y la pobreza de los trabajadores. Los gobiernos, por su parte, se beneficiaban del cobro de los aranceles y los pagos de los mercaderes. Si bien las ideas económicas más tardías fueron desarrolladas a menudo por académicos y filósofos, casi todos los escritores mercantilistas eran comerciantes o personas con cargos en el gobierno.

El mercantilismo como proceso económico

Dentro de la doctrina económica mercantilista emergieron, de manera natural, tres cuestiones

fundamentales que generaba esta lucrativa actividad comercial:
-El
monopolio de exportación.
-El problema de los cambios y su derivación.
-El problema de la balanza comercial.

En la obra The Circle of Commerce (El círculo del comercio, 1623), Edward Misselden desarrolló un concepto de balanza comercial expresado en términos de débitos y créditos, presentando el cálculo de la balanza comercial para Inglaterra desde el día de navidad del año 1621 hasta la de 1622.

La idea mercantilista de "balanza de comercio multilateral" corresponde a la actual noción de "balanza de pagos" y se compone de cinco cuentas:

Políticas mercantilistas

Las ideas mercantilistas fueron la ideología económica dominante en toda Europa al principio de la Edad Moderna. Sin embargo, como conjunto de ideas no sistematizadas, su aplicación concreta difirió en la práctica de cada país.

En Francia


Ministro francés de finanzas y mercantilista, Jean-Baptiste Colbert
En Francia, el mercantilismo nace a principios del Siglo XVI, poco tiempo después del reforzamiento de la monarquía. En 1539, un real decreto prohíbe la importación de mercancías textiles de lana provenientes de España y de una parte de Flandes. El año siguiente se imponen restricciones a la exportación de oro. Se multiplican las medidas proteccionistas a lo largo del siglo. Jean-Baptiste Colbert, ministro de finanzas durante 22 años, fue el principal impulsor de las ideas mercantilistas en Francia, lo que hizo que algunos hablaran de colbertismo para designar el mercantilismo francés. Con Colbert, el gobierno francés se implicó mucho en la economía para acrecentar las exportaciones. Colbert eliminó los obstáculos al comercio al reducir las tasas aduaneras interiores y al construir una importante red de carreteras y canales.

Las políticas desarrolladas por Colbert en conjunto resultaron eficaces, y permitieron que la industria y la economía francesas crecieran considerablemente durante ese periodo, convirtiendo a Francia en una de las mayores potencias europeas. No tuvo tanto éxito a la hora de convertir Francia en una gran potencia comercial equiparable a Inglaterra y a Holanda. También es característico del colbertismo emprender una decidida política de creación de Manufacturas Reales que fabricaban productos estratégicos o de lujo (los Gobelinos, para tapices y cristales), en ambos casos consumibles en primer lugar por la demanda de la propia monarquía, al tiempo que producían la emulación de su consumo tanto dentro como fuera del reino. Dicha emulación también se vio en la creación de manufacturas similares en otros países europeos, entre los que destacaron las Reales Fábricas españolas de productos de lujo (Porcelana del Buen Retiro, Cristal de la Granja, Real Fábrica de Tapices), de armas (Real Fábrica de Artillería de La Cavada), y de artículos de gran consumo que se monopolizaban por el estado como regalías: tabaco (la Real Fábrica de Tabacos

Críticas

Un buen número de estudiosos habían señalado ya algunos errores importantes en las teorías mercantilistas bastante antes de que Adam Smith desarrollase una ideología que pudiera sustituirlo completamente. Hubo críticos como Dudley North, John Locke o David Hume que atacaron los fundamentos del mercantilismo, y a lo largo del siglo XVIII fue perdiendo el favor que había tenido. Los mercantilistas eran incapaces de entender nociones como la de la ventaja competitiva (aunque esta idea sólo llego a ser entendida con David Ricardo en 1817) y los beneficios del comercio. Por ejemplo, Portugal era un productor mucho más eficiente de vino que Inglaterra, mientras que en Inglaterra era relativamente más barata la producción textil. Por lo tanto, si Portugal se especializaba en vino e Inglaterra en textiles, ambos estados saldrían beneficiados si comerciaban. En las teorías económicas modernas, el comercio no se entiende como una suma cero entre competidores, puesto que ambas partes pueden verse beneficiadas, por lo que se trata más de un juego de suma positiva. Mediante la imposición de las restricciones a la importación, ambas naciones terminan siendo más pobres que si no existiesen trabas al comercio.

Gran parte de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith es un ataque al mercantilismo.
David Hume, por su parte, apuntó la imposibilidad del gran objetivo mercantilista de lograr una balanza comercial positiva constante. A medida que los metales preciosos entraban en un país, la oferta se incrementaría y el valor de esos bienes en ese estado comenzaría a reducirse con respecto a otros bienes de consumo. Por el contrario, en el estado que exportase los metales preciosos, el valor comenzaría a crecer. Llegaría un momento en el que no compensase exportar bienes del país con altos precios al otro país, que ahora tendría niveles de precios menores, y la balanza comercial terminaría revirtiéndose por sí misma. Los mercantilistas no entendieron este problema, y argumentaron durante mucho tiempo que un incremento en la cantidad de dinero simplemente significaba que todo el mundo era más rico.

Otro de los objetivos principales a la hora de criticar las teorías del mercantilismo fue la importancia que se le daba a los metales preciosos, incluso cuando algunos mercantilistas habían comenzado a desenfatizar la importancia del oro y la plata. Adam Smith apuntó que los metales preciosos eran exactamente igual que cualquier otro bien de consumo, y que no había ninguna razón para darle un tratamiento especial. El oro no era más que un metal de color amarillo que era valioso simplemente porque no es abundante.

La primera escuela que rechazó completamente el mercantilismo fue la de la Fisiocracia, en Francia. Sin embargo, sus teorías también presentaban una serie de importantes problemas, y la sustitución del mercantilismo no se produjo hasta que Adam Smith publicó su famosa obra Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones en 1776. Este libro muestra las bases de lo que hoy en día se conoce como la economía clásica. Smith dedica una parte considerable del libro a rebatir los argumentos de los mercantilistas, si bien estos son a menudo versiones simplistas o exageradas de sus pensamientos.

Los académicos también están divididos a la hora de establecer una causa para el final del mercantilismo. Aquellos que creen que la teoría era simplemente un error deducen que su reemplazo era inevitable desde el momento en que las ideas, mucho más exactas, de Smith fueron expuestas al público. Aquellos que opinan que el mercantilismo era una búsqueda de formas de enriquecimiento para una parte de la sociedad entienden que sólo terminó cuando se produjeron importantes cambios en la sociedad, y principalmente en el sistema de poderes. En el Reino Unido el mercantilismo fue desapareciendo a partir de que el Parlamento acaparó el poder que el monarca tenía para establecer monopolios. Si bien los ricos capitalistas que controlaban la Casa de los Comunes se beneficiaban de esos monopolios, el Parlamento veía difícil llevarlos a cabo por causa del gran coste que suponía tomar esas decisiones de forma colectiva. Las regulaciones mercantilistas poco a poco fueron eliminándose a lo largo del siglo XVIII en el Reino Unido, y durante el siglo XIX el gobierno británico adoptó abiertamente el libre comercio y las teorías económicas de Smith del laissez faire. En el continente el proceso fue algo distinto. En Francia se mantuvieron las prerrogativas económicas de la monarquía absoluta hasta la Revolución Francesa, siendo entonces cuando terminó el mercantilismo. En Alemania el mercantilismo continuó siendo una importante ideología hasta comienzos del siglo XX.

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